domingo, 11 de marzo de 2007

Zapatero ante la comisión

Zapatero ignora la trama asturiana y dice que el trabajo de la comisión "está hecho"
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Tras 15 horas de comparecencia, Zapatero no sólo descartó cualquier indicio sobre la relación entre ETA y los islamistas –con un informe elaborado por Telesforo Rubio hace 9 días– sino que adjudicó toda la responsabilidad de la matanza al "terrorismo islamista radical". Al PP le acusó de "cobardía" y "engaño masivo" sin condenar el asedio a sus sedes. De los terroristas suicidas, Zapatero no recordó haberlo comentado. Rubalcaba se dedicó en exclusiva a Zaplana y a hojear el libro La Venganza. Opine en nuestro FORO.


(Libertad Digital) Pese a que el juez Del Olmo –mencionado en varias ocasiones por el presidente del Gobierno– ha ido añadiendo al sumario muchas de las revelaciones del diario El Mundo, en especial la cinta del confidente Lavandero, para Zapatero no ha existido la trama asturiana de los explosivos. Los autores son, según sostuvo el presidente, "exclusivamente" los terroristas "islámicos radicales". Y con lo dicho, el trabajo de la comisión "está hecho". No va más. Las quince horas de esta sesión han dejado las siguientes conclusiones.

1. NO HAY MÁS TRAMA QUE LA "ISLAMISTA RADICAL". Quizá sea lo más llamativo de su comparecencia. Atribuyendo la exclusividad de la matanza de marzo al "terrorismo islamista radical", el presidente del Gobierno ha pasado por alto toda la trama de Asturias. Emilio Suárez Trashorras, Antonio Toro Castro y familia, Lavandero y la escalofriante lista de pruebas que conecta a confidentes y delincuentes con el 11-M se han esfumado este lunes en la Sala Internacional del Congreso de los Diputados: "La preparación, autoría y responsabilidad de los atentados corresponde única y exclusivamente al terrorismo internacional del tipo islamista radical". Por si la afirmación quedara corta, añadió que existía riesgo de este tipo de atentados y que se agravó con el apoyo de España a la guerra de Irak. Acusó a Aznar de haber subestimado esta presencia terrorista tras los atentados de Casablanca pero no quiso hacer mención a las burlas generalizadas del entonces cómico comando Dixán.

2. FALLOS DE MEMORIA CON LOS SUICIDAS. Al PP le interesaba saber cuál fue el papel del entonces candidato a presidente por el PSOE en los días de marzo y en concreto sus llamadas a medios de comunicación. Zapatero admitió las llamadas telefónicas, pero se le borró la memoria en cuanto a su contenido: "No puedo recordar con toda exactitud las conversaciones". En especial, parece, la mantenida con el director del diario El Mundo en el que le habló de la existencia de terroristas suicidas en los trenes de la muerte. Al final de la interminable jornada, Rubalcaba ironizó, ya sin gracia: "Por cierto, que suicidas hubo siete, en Leganés".

3. EL INFORME TELESFORO DEL "MERO AZAR". Cuatro horas duró la intervención en el primer turno de Eduardo Zaplana y no precisamente por lo largo de las preguntas. Buena parte de ese tiempo se lo llevaron dos informes –"he venido con datos", repetía insistentemente Zapatero– elaborados por la Comisaría General de Información, es decir, por Telesforo Rubio, aquél que preparó –al menos se reunió– en la sede socialista de Gobelas su intervención en la comisión allá por el mes de julio. El presidente del Gobierno advirtió sin cesar que sólo iba a leerlos, no a interpretarlos y mucho menos valorarlos. Fueron 14 folios repletos de datos de sobra conocidos pero aderezados con una conclusión: todo lo que apuntaba y apunta a ETA es "mero azar", casualidad. El callejón del garaje de Trashorras y el atentado de Santander, la convivencia de etarras e islamistas en cárceles, las dos caravanas de la muerte coincidentes en día y objetivo. Todo casual. Ya entonces, este periódico lo interpretó como un informe a medida porque las conclusiones no respondían a la exposición de los hechos con carácter probatorio. Zapatero llegó a calificar de "engaño masivo" la pista etarra, según él descartada en el momento en el que apareció la furgoneta de Alcalá de Henares. Horas después, Eduardo Zaplana percibió también lo poco consistente de los informes de Telesforo. A esas alturas, la comisión iba ya camino de pulverizar el record de Aznar, quizá uno de los objetivos del PSOE.

4. EL ASEDIO A LAS SEDES ERA PREVISIBLE. En ningún momento se han condenado los asedios a las sedes del PP durante el día de reflexión. La tesis de que fueron espontáneas ha cobrado más fuerza que nunca en Zapatero y Rubalcaba que han llegado a insinuar que eran previsibles "porque las mentiras del 11-M cayeron en terreno abonado por las mentiras del Yak, la huelga general, el Prestige y la guerra de Irak", dijo el portavoz socialista. Por cierto, trató de volcar el argumento, ya en el turno de cierre, diciendo que el PP no se ha ocupado de las víctimas o "si acaso sólo para que algunos militantes suyos ahí fuera les insulten". Zapatero puso el contraste contando una "anécdota": varios ciudadanos le increparon durante la manifestación oficial convocada en toda España. Horas después, miles de personas enarbolaba idénticas pancartas –de imprenta– frente a las sedes del PP. Pero el Gobierno insiste en que fueron espontáneas, dado el hartazgo de los ciudadanos. En cuanto a las acusaciones de golpismo, el encargado de zanjar fue Rubalcaba –casi no se dirigió al compareciente eligiendo como objetivo a Zaplana– con su estilo habitual: "no les dimos bola a esos rumores porque nos parecía una estupidez". "Y eso –añadió– lo sabe hasta un químico como yo".

5. AZNAR, "COBARDÍAS" E "INSIDIAS". En la décima hora de comparecencia y a preguntas de Gaspar Llamazares, el presidente del Gobierno dedicó unas palabras a Aznar. Su reflexión sobre los autores del 11-M –dijo de ellos que no estarán "en montañas ni desiertos lejanos"– le pareció a Zapatero una "insidia" y una "cobardía". En respuesta al portavoz de IU, Gaspar Llamazares, el presidente dijo que “es inaceptable e inasumible insinuar en sede parlamentaria que hay autores de la matanza terrorista del 11 de marzo que están sin perseguir y sin llevarse ante la justicia”. Zapatero dijo que esas insinuaciones “o es una insidia pura” o el que las hace “no tiene el coraje y la responsabilidad” de señalar y decir “ese o esos han sido y ahora comparezco ante un juez”. “Es una cobardía”, dijo Zapatero, que añadió que “nadie puede permitirse el lujo de insinuar que no se investiga y no se persigue a los autores, eso es una irresponsabilidad absoluta. Si tiene algún dato, que acuda a los jueces, y si no se tiene, que vaya a otro sitio a decirlo, pero no aquí”, dijo el presidente. Esas insinuaciones hacen “daño a las instituciones y al estado de derecho. Insólito, señor Llamazares”, concluyó.


6. RUBALCABA, ALGO PERSONAL CON ZAPLANA. En el turno de cierre, Rubalcaba elogió a Zapatero. "Más de 14 horas y media que sin duda demuestran el interés del presidente". Pero si comenzó dirigiéndose a Zaplana como si fuera el compareciente, acabó de la misma forma: "No quiero –espetó– que la soflama de Zaplana pase sin más. No ha habido una sola mención a las víctimas o sólo para que algunos militantes suyos ahí fuera les insulten. Sólo les ha preocupado el resultado electoral y la deslegitimación electoral. Les cuesta mucho perder, se lo hemos dicho en muchas ocasiones, tienen que analizar por qué perdieron: porque las mentiras cayeron en terreno abonado por las mentiras del Yak, la huelga y la guerra de Irak". Y por segunda vez abrió el libro de Casimiro García Abadillo –11-M: La Venganza– para tratar de ridiculizar a Aznar, al propio Zaplana y a Rajoy. Eso sí, confesó no haberlo leído y que se lo habían "pasado" hoy mismo.

Zapatero concluyó con muchos agradecimientos "por el tono utilizado por los diputados", pero también quiso hacer el último reproche a Zaplana. Meterse con Telesforo Rubio (autor del informe que ha considerado Zapatero como la esencia de su intervención) es, a su juicio, "un método viejo, cuando no gusta se ataca. Una parte de la derecha que no se parece a la derecha del futuro sino a la derecha del pasado".

Las 15 horas de la comparecencia de Zapatero le han dejado muy cansado. Tanto que ha suspendido su viaje oficial a Polonia previsto para este martes.


La estrella más brillante de producciones Rubalcaba
EDITORIAL

Está claro que ZP quiere poner punto final a una Comisión de Investigación del 11-M que deje las cosas tal y como estaban el 14-M La intervención del presidente del Gobierno ante la Comisión de Investigación del 11-M, a pesar de batir todos los récords por su duración, no habrá servido para aclarar ni una sola incógnita de las muchas que quedan por despejar en torno a la autoría y preparación de la mayor masacre terrorista de nuestra historia, pero ha dejado bien claro el compromiso personal del vencedor del 14-M con toda aquella infame campaña desatada por su partido y sus medios de comunicación para lograr que una masacre terrorista tuviera los efectos políticos buscados por quienes la perpetraron. Si para atender al guión de Prisa y Rubalcaba era necesario que ZP no contestara a muchas preguntas o que manipulara los hechos o que sufriera increíbles pérdidas de memoria, habrá que reconocer que el presidente del Gobierno ha hecho todo ello con total desparpajo y desenvoltura.

El presidente del Gobierno ha empezado tratando de parapetarse en el pacto antiterrorista que él ha violado sistemáticamente, no ya del 11 al 14-M sino desde que decidió acabar políticamente con el principal impulsor socialista de esta línea de acercamiento al PP en materia antiterrorista como fue Nicolás Redondo Terreros. ZP ha continuado en esa línea, pero ya con una mentira descarada, como es la de decir que él “siempre” ha expresado su solidaridad y apoyo al Gobierno del PP tras cualquier atentado terrorista. No fue eso lo que hizo su partido del 11 al 14-M, que a las pocas horas de la masacre interpelaba al Gobierno por la autoría de la masacre, evidentemente no por el temor de que ningún inocente fuera a ser falsamente imputado o algun culpable exonerado, sino precisamente por la confesa determinación de ZP ante los micrófonos de la SER el mismo 12-M de arremeter políticamente contra el Gobierno de la Nación y su política respecto a Irak en el caso de que fueran islamistas y no etarras los autores de la masacre.

La determinación del partido de Zapatero por explotar políticamente aquella masacre terrorista contra el partido que en ese momento estaba en el Gobierno y a la cabeza en todos los sondeos de intención de voto del país, fue evidente desde el mismo momento en que el propio Aznar informó de los primeros hallazgos que, sin desbancar a ETA como el principal destinatario de las sospechas de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, les obligaban a abrir una nueva línea de investigación que resultó ser, por ahora, la determinante.

Por manipular, ZP hasta ha llegado a negar en su comparecencia los efectos políticos que los terroristas buscaban y encontraron con aquella matanza. Si los terroristas pretendían culpar al Gobierno de aquella masacre, se pudo comprobar que los socialistas no sólo hicieron lo mismo, sino que, además, le acusaban de mentir y ocultar información a la ciudadanía.

Dice ZP que “no tiene sentido” buscar intencionalidades políticas a los actos terroristas. ¿Pero es que ZP no ha observado acaso la cantidad de gente que los terroristas han masacrado y degollado para tratar de conseguir que otros Gobiernos hagan lo mismo que hizo ZP nada más ganar las elecciones? ¿Es que los terroristas antes o después del 11-M no trataban ni tratan de imponernos ya “precios por la paz”? ¿No fue acaso preguntar por el resultado de las elecciones lo primero que hizo Zougam el 18-M tras cinco días de incomunicación? ¿Acaso “El Egipcio” no pretendía que Berlusconi cosechara el mismo desastre electoral que el “perro de Aznar”? ¿Acaso este imputado en el 11-M no puso lo ocurrido en Madrid como un “ejemplo” para el resto de Europa?

Tampoco nos podemos creer que Zapatero haya dicho la verdad cuando dice “no recordar” si habló —nada menos— que de la existencia de terroristas suicidas cuando se puso en contacto con los directores de los principales periódicos de nuestro país. Como tampoco nos parece honesto cuando dice que los antecedentes de las intentonas etarras de cometer atentados en Madrid no constituían una razón de peso para que el Gobierno dirigiera inicialmente sus sospechas hacia el terrorismo nacionalista. ¿En qué se basó él, si no es en estos antecedentes, para responsabilizar a ETA de la matanza antes de que lo hiciera representante alguno del anterior Gobierno? ¿Qué valor dar a su desmarque del infame y antidemocrático acoso perpetrado contra las sedes del PP en la misma jornada de reflexión cuando ZP sigue hoy negándose a condenarlo? ¿Qué credibilidad otorgar a sus palabras cuando su propio portavoz, Alfredo Pérez Rubalcaba, acusaba hasta el mismo día de reflexión al Gobierno de mentir ante las mismísimas cámaras de televisión?

¿Qué honestidad intelectual se puede presuponer de un dirigente que sitúa en el terreno del azar a los datos de una posible conexión entre ETA y los islamistas en base a unos informes elaborados hace sólo unos días y, nada menos, que por Telesforo Rubio, el mismo que preparó su intervención en la sede de Gobelas?

Lo que está claro es que ZP quiere poner punto final a una Comisión de Investigación del 11-M que deje las cosas tal y como estaban el 14-M. Sólo hasta esa fecha estuvieron los socialistas interesados por la verdad, una "verdad" que se limita a un interés por una victoria electoral que los sondeos les negaban tres días antes de las elecciones.

El Desmemoriado, el Calumniador y el Ignorante
Isabel Durán

según Zapatero el Calumniador, asistimos a un intento de “confusión masiva” por parte de quienes consieran que el 11-M no está resuelto, ya que la autoría del atentado corresponde “en exclusiva” al terrorismo islámico Menudo bochorno de presidente del Gobierno. José Luis Rodríguez Zapatero no podía tolerar que Aznar hubiera batido el récord. Llegó a la Comisión de no-investigación con el objetivo de aburrir al más pintado con tal de superar en tiempo al ex presidente del Gobierno y lo consiguió.

Ahora que va a dejar de ser excelentísimo (por el Código del Buen Gobierno del Gobierno), ZP el Innovador, el prohombre de las Civilizaciones, puede desde hoy llevar indistintamente los sobrenombres de el Desmemoriado, el Calumniador y el Ignorante. No se acuerda de si difundió la existencia de dos terroristas suicidas a los directores de los medios de comunicación. Asegura que hubo una única línea de investigación desde la tarde misma de los atentados, algo radicalmente contrario a lo expuesto por todos y cada uno de los mandos policiales responsables de las investigaciones tras la masacre. Y habla sin ruborizarse de las editoriales de los periódicos, ignorando insólitamente que los editoriales de los medios de comunicación son de género masculino ya que el femenino se refiere a las empresas de edición de libros. ¡Ni que hubiera estudiado con la Logse!

La jornada había comenzado con un hecho premonitorio: al grupo de personas que acudió a pedir que no se produzca el entierro parlamentario de la Comisión se le prohibió permanecer ante el Congreso de los Diputados. Dos semanas antes sin embargo, cuando los manifestantes llevaban las manos pintadas de rojo para culpabilizar y acusar al ex presidente de los atentados, se les permitió la permanencia, los gritos y los insultos a discreción. Todo un indicio de lo que viene ocurriendo en la Carrera de San Jerónimo desde que el PSOE admitió la creación de la Comisión para demostrar que el Ejecutivo de Aznar mintió, manipuló y se mereció perder las elecciones.

Zapatero se sacó dos conejos de la chistera: dos documentados informes ad hoc de la Policía que aseguran que no existe vinculación alguna entre ETA y el 11-M. Todo casualidades, como no podía ser de otra manera para el Gobierno por accidente. Naturalmente, esos informes jamás les fueron entregados a la Comisión, lugar de destino para su análisis. Además, según Zapatero el Calumniador, asistimos a un intento de “confusión masiva” por parte de quienes consideran que el 11-M no está resuelto, ya que la autoría del atentado corresponde “en exclusiva” al terrorismo islámico.

Va a tener razón la secretaria de Zapatero cuando aseguró al periódico de Prisa que “el presidente se cree lo que dice”. No cabe otra para quien hoy aseguraba además que el PSOE “estuvo apoyando en todo momento al Gobierno” tras los atentados. Y después añadía que le parece “lamentable y patético” que alguien piense y formule que su partido y el imperio de Polanco mintieron y utilizaron los atentados para que el PP perdiera las elecciones.

ZP en la comisión

Un presidente sin respuestas
Ignacio Villa

Antes no había dudas por los gestos, ahora no las hay por las declaraciones. El presidente del Gobierno no tiene respuestas, y no quiere tenerlas La comparecencia de Rodríguez Zapatero ante la Comisión de investigación del 11 de marzo nos deja un reguero de desasosiego y de preocupación. Zapatero es un presidente sin respuestas ante el atentado terrorista más grave de la historia de España. El jefe del Ejecutivo ha ofrecido la imagen de un político aturdido por los hechos, desbaratado por los olvidos y apabullado por las imprecisiones. Asusta observar –sin tapujos– las evidentes limitaciones políticas del inquilino de La Moncloa. Sobrecoge observar como el guión del presidente es el mismo guión, sin escrúpulos, del Grupo Prisa.

Zapatero ha perdido su gran oportunidad –quizá sea la última– para que como presidente del Gobierno pudiera ofrecer la imagen de seriedad y responsabilidad que tiene la obligación de demostrar. Zapatero ha pasado por la Comisión parlamentaria como la personificación de un político que no tiene el más mínimo interés por investigar lo que ocurrió entre el 11 y el 14 de marzo. Desde luego algo nos ha quedado claro después de escuchar al presidente: este Gobierno no va a hacer nada –políticamente hablando– por aclarar la verdad. Y esa negativa por afrontar la realidad es algo que va a marcar muy negativamente esta legislatura.

Además, junto a este "talante del ocultamiento", Zapatero se ha dejado muchos jirones en el camino de su comparecencia. Son muchos los ejemplos; pero anoten los siguientes. El presidente del Gobierno ha reconocido que la retirada de las tropas de Irak no ha beneficiado a la lucha contra el terrorismo islamista. Zapatero dice haber olvidado si habló con los directores de periódicos sobre los terroristas suicidas. Además, sostiene que durante aquellos días no recibió informaciones de las Fuerzas de Seguridad del Estado, mientras que Rubalcaba o Caldera han dicho repetidas veces lo contrario. Se ha negado a condenar las manifestaciones ante las sedes del PP en la jornada de reflexión. Se ha remitido al azar, la coincidencia en el tiempo y en las formas de las dos caravanas de la muerte. Y concluye diciendo que el día de reflexión comió fuera de Madrid y llegó a su casa muy tarde. ¿Nos lo creemos? Sinceramente, NO.
Zapatero ha demostrado sus verdaderas intenciones sobre el 11 de marzo. Antes no había dudas por los gestos, ahora no las hay por las declaraciones. El presidente del Gobierno no tiene respuestas, y no quiere tenerlas. Algo más que preocupante, simplemente deplorable.


ZP en la Comisión
Todas hieren, la última mata
José García Domínguez

Y como, a esas alturas, el uno de marras ya empieza a temer más a las hemorroides que al terrorismo internacional con sede en Avilés, pues va y apaga la tele Dice un periodista argentino, y dice bien, que para los que nos ganarnos la vida haciendo columnas, sólo hay algo peor que la angustia de la página en blanco, algo peor que no tener ninguna historia que contar: haber oído demasiadas, y no poder olvidarlas. De ahí que después de leer las cien preguntas que formulaba al viento el director de El Mundo en su carta del domingo, uno trate de ponerse a escribir y le ocurra como a Lobo Antunes al empezar sus novelas, que coge el bolígrafo del mismo modo que se coge una enfermedad.

No obstante, ese uno se dispone a amontonar palabras igual que todas las mañanas. Pero, en ese momento, no puede evitar sentirse señalado por lo que sostenía La Rochefoucauld sobre los espíritus mediocres: que desprecian todo aquello que está fuera de su alcance. Y es que el tal uno se había levantado con la falaz vanidad de creerse dotado para abordar la hermenéutica de esa Alianza de Civilizaciones que propugna Rodríguez; bien sabe Dios que lo intenta, mas no puede evitarlo: su pensamiento vuelve una y otra vez al centenar de incógnitas prosaicas que le ha inoculado Pedro Jota en la conciencia. Y entonces uno intenta resistirse a los efectos del veneno. Y enciende el televisor por ver de curarse. Y en ese momento contempla al presidente ante la Comisión. Y al segundo, uno aprende que se dice "preveer", en lugar de prever; y que debe existir un terrorismo islamista moderado, porque Rodríguez está hablando de "terrorismo islamista radical". Y a continuación, asiste compungido a la amnesia selectiva de Zetapé, que acaba de recordar que ha olvidado si llamó a Ramírez para explicarle un cuento de suicidas con tres calzoncillos. Y es precisamente ése el instante en el que uno se aferra al argumento definitivo que le ofreciera un crítico teatral para juzgar si una representación vale la pena: que no te duela el culo al final del segundo acto. Y como, a esas alturas, el uno de marras ya empieza a temer más a las hemorroides que al terrorismo internacional con sede en Avilés, pues va y apaga la tele.

Es inútil: ahora que la pantalla ha recuperado su gris original, el genuino, las cien dioxinas encerradas entre signos de interrogación tornan con más virulencia a infestar la imaginación de su dueño. Sobre todo, la que cierra la serie. Ésa que reza: ¿Por qué Zapatero dijo el pasado 30 de septiembre, que "los hechos del 11-M están muy claros"? Así, al volver a leer de nuevo el centenar de misterios que Rodríguez no piensa revelar en su comparecencia de hoy, el mismo uno de antes no puede por menos que terminar rememorando la inscripción que viera en aquel reloj gótico de una iglesia de Innsbruck: "Todas hieren, la última mata".


Comisión 11-M

ZP en su globo
Cristina Losada

Pero la evidencia definitiva de que no hubo vuelco electoral por el 11-M radica en las facultades adivinatorias del presidente: meses antes de las elecciones, ya había pronosticado que ganaría Era una sospecha y ya es una certeza. El PSOE mantiene a Rodríguez Zapatero, desde antes incluso de su llegada a La Moncloa, en un globo aerostático, a salvo de las turbias aguas y los bajos fondos de la política real. De la que hacían otros dirigentes y ex dirigentes de su partido entre el 11 y el 14 de marzo. Por ejemplo. Pero en ese globo que le mantiene en su inane condición "buenista", el presidente dispone de una bola de cristal que, consultada en la tarde del once, le inspiró la verdad, la única "cierta y segura": el atentado había sido obra del terrorismo islámico radical, ése que hasta hace un cuarto de hora llamaba "internacional".

No lo sabía por ningún colega bien situado, que hubiera filtrado al PSOE datos que quizás no pasaban con igual celeridad a sus superiores, sino por sí mismo, por pura lógica. Había aparecido una furgoneta con una cinta de versos coránicos y "¿qué significado podía tener?" La lógica de ZP no avanza más allá del punto que necesita para confirmar lo que quiere hacer creer. Cuando los autores de un atentado dejan pruebas como ésa y otras que fueron apareciendo con pasmosa rapidez, y las corroboran con un vídeo antes de las elecciones, el significado de su macabra acción cobra una entidad preocupante. Si su objetivo no era influir en el voto, lo disimularon de maravilla.

Pero la lógica de ZP no solo es limitada. También se estrella contra las declaraciones de los jefes policiales. Aquí el presidente nos regaló con unas parrafadas casi dignas de un marxista, sector Groucho. No podía haber dos líneas de investigación cuando solo había una línea de investigación, repitió de varias formas. Gran hallazgo. Y él, que no había hablado con ningún responsable policial, sabía –por lógica o bola, pues– que no había más que "una línea" desde la tarde en que se le iluminaron las neuronas. De esa deducción suya, la gran acusación: el PP practicó un "engaño masivo". Dejó claro que no pudo saberlo por los jefes de entonces: ninguno sigue en su puesto.

Los nuevos jefes, como Telesforo Rubio, que acudió a una sede del PSOE a tomarse una tila antes de comparecer, le prepararon, a cambio, un dossier que ZP le atizó a la Comisión a modo de somnífero, para demostrar que ni una conexión hay ni puede haber ni hubo jamás entre el terrorismo islamista y la ETA. Acusan los socialistas al PP de empeñarse en descubrir la huella etarra en la masacre. Se petrifica el PSOE en lo contrario. Parece que les va en ello el pan. Y lo adoban con solemnidad: concluyente, cierto, verdad, absoluta, seguro, datos, hechos. Ninguno de los flecos sueltos del 11-M perturba el sueño del inquilino de La Moncloa. ¡Quién pudiera vivir en el globo ése!

Claro que, habitándolo, puede proferirse sin pestañear, como prueba de que el atentado no buscaba influir en los comicios, que "el terrorismo islámico internacional ataca cuando puede". Y sellar la engañosa obviedad con un "no valoremos ni las intenciones de los terroristas porque es darles valor a los terroristas". De modo, que es mejor cerrar los ojos a la realidad de los objetivos del terror y, cuando venga bien, ceder a ellos sin mala conciencia. Como hizo ZP al retirar las tropas de Irak antes del plazo que él se había dado. De donde viene "el cuento" de la cobardía y de la traición, que no se encargó de popularizar urbi et orbi más que el propio ZP con su decisión y su llamada a la deserción general desde los minaretes de Túnez.

Pero la evidencia definitiva de que no hubo vuelco electoral por el 11-M radica en las facultades adivinatorias del presidente: meses antes de las elecciones, ya había pronosticado que ganaría. Dicen que suele acertar los resultados de los partidos de fútbol. Tal vez debería contratarle el CIS, que pinchó en los sondeos previos al famoso catorce. Desde el globo, se debe ver más allá. Aunque parece que se pierde memoria, no se gana peso político y no se adquiere tampoco respeto por la verdad.



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